Embajador

Se llama René, pero le decimos Reno. Le conocí a sus quince, aunque yo tenía dieciseis. Junto a él me tomé la primer cerveza de dia, jugué incontables partidos de futbol y casi nos matamos en su coche al entrar a un tunel. Se retiró de tierras mexicanas hace un par de años, con un "Hechale ganas en medicina" como pañuelo que aletea desde la popa de un barco y desde entonces lo procuro a filo de teclado o asalto de sms, exeptuando una ocasión en que retornó a su tierra con su gente y su cariño.
Recientemente circulan por mi cabeza los tiempos en que sobre el panel de una educación bachiller nunca tomada en serio, acudiamos sin restricciones al billar, jugabamos baraja en la unica cafeteria donde no vendían comida o era testigo de sus bien llevado trafico de examenes.
Novato eterno en cuestiones amorosas, seductor constante pero despistado, duro defensa y contención, experto en cerveza y cliente frecuente de las agencias de transito. Se llama Rene, pero le decimos Reno.