lunes, julio 17, 2006

La carta que nunca envie I

Igual que los palominos. Pero con desenlace distinto por que así lo decidí hace tiempo. Decía que te amaba y ojala nunca supieras "el dolor de sentir cada uno de sus poros ser atravezados por agudos alfileres de indiferencia". De sus poros, por que te hablaba de usted. Por que usted era la culpable, así como la otra canción, no de los palominos, pero si suya, por que usted solo era observable alzando la mirada, pero ya no. Por que hoy en día ya no te hablo así y si sé de tu existencia es por cortecía y no por necesidad.

Seis meses en mi mochila, una peléa ocacionada, y tu jamás la viste ni la verás por que ya no existe. Fue una de las muchas, en la que explicaba absolutamente todo como yo lo sentía y como jamás pude explicarselo a nadie. La misma con la que Mayra y Diana suspiraron y como todos opinaron que "Ya olvidate de ella, tu vales un chorro". Duró mucho tiempo entre poemas escritos a mano y corazón, examenes con calificaciones que hoy en dia me provocan envidia y más de una notita amistosa.
Y de pronto caminando la tiré en la basura, llegué a mi casa y con impetu me encerré para no salir en horas.

Y la olvidé, me olvidé de que la había escrito, hasta que ví los archivos antiguos de mi pc y la encontré. Adios recuerdos de mi juventud, adios primer amor, adios para siempre. Y la mandé al infinito de lo inexistente, así como nos mandamos en tiempos distintos, pero mutuamente.

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